No se puede vivir así.
En una montaña rusa de emociones donde ni siquiera puedes comprender o nombrar lo que sientes.
Esas ganas de ayudar pero a la vez ese sentimiento de inutilidad que genera tu gran falta de ideas. Ese falso sentimiento de independencia generado al momento de desear no querer hablar con esa persona, seguido por ese sentimiento de estupidez al comprender que jamás podrás superar una semana sin dirigirle la palabra.
Una semana, qué va, esperémonos tan solo a que el Sol salga.
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